Hago joyas de plata, oro, madera, cobre, plantas, piedras, zarcillos de parra, lino, seda… Las regalo. Regalo “joie de vivre”. No me va a resultar fácil ahora solo con palabras regalar algo de lo mismo. Cuando estoy con alguien al que considero posible receptor o receptora de uno de mis regalos -que conste que a veces los hago en usufructo por varios meses o varios años, y que conste también que suelo llevar varias joyas en los bolsillos- poso la joya en la palma de su mano y le pido su opinión así: “Mira lo que tengo aquí, dime si te gusta”. Lo hago, sin más… sin mencionar precios, ventas, préstamos, plazos… y mucho menos el hecho de que en pocos minutos después esa joya podría llegar a ser un regalo de esos imprevistos que, sin duda, son los que más valen.

Lo hago, decía, posando en su palma de la mano una de mis joyas, y antes de oír su opinión sobre si le gusta o no, -en realidad no me importa mucho lo que me diga con palabras, pero aún así escucho-, pues antes de abrir la boca para hablar, antes de decir nada, yo he leído en su cara si le ha producido una pizca de alegría espontánea, porque me fijo muy atentamente en si se le alegra el ojillo, y si es así, deduzco que mi joya ha producido un par de gramos o tres de “joie de vivre”, con lo que yo, satisfecho, ya me siento generosamente pagado y procedo a la ceremonia del regalo: “quédatelo-la”. Me está empezando a preocupar la cuestión del “leismo” y el “laismo”.

– Antes de que te desvíes en problemas gramaticales, ¿no nos vas a contar lo que pasa después del: “¡quédatelo, quédatela!”?
-Tendríamos que hablar de la legitimidad, inviolabilidad y omnipotencia de la propiedad privada respecto a los productos artísticos. Es decir, desde el instante en el que el comprador adquiere la obra puede hacer lo que le venga en gana con ella: esconderla, enseñarla, lucirla, donarla, ocultarla en el búnker de un sótano de un banco, esperar a que suba su precio en el mercado bursátil para ponerla a la venta transcurridos 20 ó 30 años, y sustrayéndola, mientras tanto, a la visión o audición de todos los demás seres humanos… incluso destruirla… podría hacerlo impunemente. La propiedad privada es sagrada hoy.
-¿Sustraer una obra de arte a la visión o audición de los demás no es sinónimo de robarla?
-Si, claro, la propiedad privada es hoy omnipotente, sagrada. Ya sabes, como la famosa “libre circulación de capitales”. Para profundizar sobre la adquisición en propiedad de obras de arte nos sería útil que tú también leyeras el libro de Xabier Amuriza: “Oromenderrieta”, podrías empezar por la página 221. Es una obra escrita en euskara en 1983, y te vendría bien por dos motivos: por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, y, porque, además, mejorarías mucho tu euskara.
-Lo haré.
-Yo por eso no vendo ninguna joya, todas las regalo. Porque creo que se van a lucir con mucha alegría compartida y con una buena carga de agradecimiento, incluso si el regalo es en usufructo van a provocar, -te decía-, esa alegría compartida que ni yo mismo sé cuántos quilates tiene o vale.
– ¿Vender a cambio de alegrías?
– Podría decirse así, sí; pero creo que habría que borrar la palabra vender.
-¿Estás seguro de que tus amigos y amigas lo entienden así?
– Es mi apuesta. Yo no creo que el arte deba encerrarse/esconderse entre cuatro paredes: ni las de museos-mausoleos, ni las de mansiones de acaudalados potentados, ni las de palacios de duques o marqueses; -los únicos palacios que me gustan, -ya lo sabes tú-, son los hechos de lluvia. Creo que el arte tiene que salir a la calle, pasearse por la calle, exhibirse por ella y quedarse definitivamente en ella como lo hace Laura, la panadera del barrio con su donaire, sus sonrisas, pases, poses, gestos, voces, silencios, salseo, reconvenciones, amenazas, confesiones, teatrales peinados, andares comedidos o desmesurados, y madrugones diarios, incluidos los fines de semana. Por cierto, durante esta pandemia, Laura nos ha hecho el pan nuestro de cada día al pie de horno, ahí mismo, Km 0, la puerta abierta cada mañanita y su labor no ha sido ni será reconocida con el auto-rimbombante premio princesa de Asturias, ni tampoco ‘beatificada’ por los aplausos de la población desde las ventanas a las 8 de la tarde.
– ¿Qué es un premio auto-rimbombante?
– El que da alguien, necesitado de prestigio, para fagocitar hacia su propia persona el mérito de las personas premiadas.
– Mmm!
– Pero estábamos hablando de un arte que sería gratuito y gratificante para todo el mundo. Ya lo hacían así en la vieja Grecia. Los escultores colocaban sus obras en la calle y allí permanecerían hasta que el viento, la lluvia y el paso del tiempo las consumiera dulcemente, ‘doucement’, sí, sí, he dicho: ‘doucement’, a no ser que antes algún iconoclasta, vándalo, iracundo, las destruyera de un tajo.
– Si el placer y el disfrute del arte fueran así como tú dices, en lugar de rotondas para coches, habría que construir plazas, ágoras, lugares de encuentro, debate, exhibición, representación y audición de las creaciones de los artistas.
– Sí. Imaginar las nuevas calles sería labor y objeto de apasionado estudio para arquitectos, urbanistas, artistas y, sobre todo, para los ciudadanos de a pie. Estarían las calles cuidadas y mimadas como ahora cuidamos y mimamos las paredes de nuestro mejor pasillo, el que va de la sala principal a la cocina de la casa. Los ciudadanos -que son, en efecto, los individuos que viven en la ciudad, otros vivimos en el baserri- tendrían la costumbre de participar en el diseño de sus propias ciudades; por ejemplo, podrían decidir el color de las fachadas de las casas; pero no, no el color de las fachadas de sus propias casas, sino el de las fachadas que tienen enfrente, las que ven todas las mañanas y a toda hora al abrir sus ventanas. Las dueños o dueñas casi nunca ven sus propias fachadas. Es una idea esta que recogió Juan Ramón Jiménez, el poeta de Moguer, en un libro de relatos, que ¡qué lástima! ahora no recuerdo el título. Si fuera así, nosotros seríamos los espejos de los vecinos de la otra acera y ellos, a su vez, serían nuestros espejos.
– Si te oyera Joana Vasconcelos, te felicitaría con mucho gusto.
– ¿Joana, la de la inolvidable exposición: “Soy tu espejo”?
– Sí, una mujer inolvidable.
-¿Quieres decir con todo esto que viviríamos de nuevo en algo que podríamos llamar la sociedad del pronombre personal “nosotros”, y no en esta pseudo-sociedad, la del pronombre personal “yo”?
– Quiero decir que es mentira aquello de la Margaret Thatcher: “ no existe la sociedad, existe el individuo”. Los artistas regalando, prestando sus obras serían, ellos mismos los primeros, y mejores modelos de libertad, humanismo y generosidad.
-¿Y de qué vivirían los artistas?
– De algún tipo de renta básica incondicionada (RBI), de otros trabajos remunerados, y/o también de la generosidad y agradecimiento de los vecinos y vecinas. La financiación y difusión social del arte es una cuestión primordial: el artista, además de hacer su obra, debe saber para qué sirve su trabajo, si sirve para enriquecer a la humanidad o para dorar la píldora a los poderosos. El artista no es un siervo de nadie, no es un ejemplar que dice: ¡yo hago mi obra, cobro y los demás: “allá cuidaos”! Eso es algo como lo de Eichmann: “ yo obedezco, cumplo órdenes, hago lo que me mandan, o, dicho de otra manera: “yo soy un puto mandao”.
– En cualquier caso, me puedes decir de dónde ibas a sacar el dinero para la renta básica incondicionada: RBI.
– Claro. Del impuesto a las rentas, al patrimonio y a las herencias o sucesiones. Es imprescindible que leas el último libro de Thomas Piketty: “Capital e ideología”. Según él, en la historia de los países occidentales ha habido décadas en las que el impuesto sobre la renta y las sucesiones alcanzaba porcentajes del 80% y hasta del 90%.Y aún así los ricos se seguían enriqueciendo paulatinamente. Durante las décadas doradas de los 50, 60 , 70 y 80 – años de lo que se llamó la «sociedad del bienestar»-  un obrero tenía casa, cultura, sanidad, educación gratuita y podía mandar a sus hijos a la universidad; aún no habían inventado el dichoso privilegio de los másteres.
Pero nos llegaron -y no lo supimos ver- el Reagan y la Thatcher. Ahora, aquí, por estos lares, las rentas en muchos casos no pagan ni el 3%. Te pongo un ejemplo: Warren Buffet, el multimillonario norteamericano, cotiza menos impuestos que su propia secretaria. Lo ha manifestado así él mismo. Aporta solo el 0,003 de su renta, mientras que la panadera de mi barrio aporta más del 17%. Pero algo habrás oído sobre la evasión de impuestos, exenciones, paraísos fiscales, testaferros, dumping fiscal, dinero negro, cleptocracias, plutocracias, las islas de no sé qué océano, maletines, maleteros, cofres, mochilas…Suiza, Irlanda, Holanda…
Te sería muy esclarecedor que leyeras tú la obra citada de Piketty, muy, muy esclarecedor. Ya ves que insisto. Te copio un párrafo de la página 588:

“ (…) Por otra parte, no deberíamos sobreestimar el carácter igualitario del período 1950-1980. Si se examinan los casos de Francia (relativamente representativa de las tendencias de la Europa occidental) y Estados Unidos, se observa que la proporción de la renta nacional que corresponde al 50 por ciento más pobre de la población fue, durante todo el período, significativamente menor que la proporción asignada al 10 por ciento más rico (…) A principios del siglo XX, el 10 por ciento más rico recibía entre el 50 y el 55 por ciento de la renta total, mientras que el 50 por ciento más pobre recibía cuatro veces menos (alrededor del 13 por ciento de la renta total). El primer grupo es, por definición, cinco veces menos numeroso que el segundo, lo que significa que la renta media del 10 por ciento más rico era alrededor de 20 veces superior a la renta media del 50 por ciento más pobre. En la década de 2010, esa misma relación era casi de 1 a 8: la renta media del 10 por ciento más rico en 2015 era aproximadamente de 113.000 euros por adulto, frente a 15.000 euros en el caso del 50 por ciento más pobre. Es decir, que la sociedad socialdemócrata, aunque era menos desigualitaria que la sociedad propietarista de la Belle Époque o que otros modelos de sociedad del resto del mundo, continuaba siendo una sociedad fuertemente jerarquizada en términos económicos y monetarios. En lo que respecta a Estados Unidos, la proporción es cerca de al 1 a 20: cerca de 250.000 euros de media para el decil superior, frente a apenas 13.000 euros para la mitad más pobre (…)”

Cuando acabo de copiarte el párrafo anterior veo a la derecha, en la pantalla del ordenador, el titular de una noticia que reza así:

“ELA: «Aldundiak enpresentzako ‘low cost’ lurraldea bihurtu nahi du Bizkaia»
JOKIN SAGARZAZU

Batzar Nagusiek sozietateen zerga jaistea erabaki dute: 2019ko irabaziengatik %60 gutxiago ordainduko dute enpresek. Sindikatuak aldundiko kideen «hipokrisia» salatu du(1)

– Pues sí, viene a pelo con lo anterior, pero explícame algo más: ¿esa renta básica incondicional /RBI/ que postulas sería exclusivamente para los artistas?
– No, la misma para todo el mundo. No, los artistas no son seres divinos. No, yo no creo en la ‘infalibilidad’ de los papas, (-ni en la de las ‘mamas’ cuando las haya-), no creo en la sangre azul de los monarcas, ni en la divinidad de los artistas. Con la RBI los artistas podrían crear, dar, prestar y regalar sus obras sin colaborar en el círculo vicioso del mercado. Con la RBI los artistas y no solo los artistas: todo el mundo, -tú y yo incluidos-, todos tendríamos libertad real, libertad creadora. La palabra libertad no sería ‘nunca mais’ una palabra huera. Einstein decía que para vivir bien solo necesitaba “una mesa y un violín”.
– ¿Crees que la RBI sacaría a relucir el potencial artístico de todas las personas?
– Sí, sin lugar a dudas.
– ¿Crees que los músicos, los bailarines, etc…, además de músicos, músicas, bailarines, bailarinas… podrían ser, no sé.., por poner un ejemplo: carpinteros o enfermeros?.
-¿Podrías hacer esa pregunta cambiando el orden de los términos?
-¿Crees que los carpinteros y/o enfermeros podrían ser músicos y/o bailarines?
– Claro que sí. Así podríamos decir, ¡joder, qué bien toca o qué bien baila Jose, el hijo de Juan el karrogile* y Maria la enfermera.
– ¡Jose…! ¿A qué Jose te refieres?
– Al carpi, seguro que le conoces, has hablado muchas veces con él, es el hijo de Juan el karrogile(2), el que vivía en el dos.
-Ahora caigo. Sería curioso y emocionante, sí.
– Tal vez tú también descubrirías que tienes el don de la música, sabrías leer e interpretar música, quizá hasta llegarías a improvisar sobre algún tema de Bach, de Charlie Parker… Tal vez te gustaría mucho más la danza y puede que sientas en tus tobillos el don del baile, ¡ahí que te vemos moviéndote al ritmo de la música, casi, casi como un derviche… incluso en un descuido, tal vez descubrieras algún que otro nuevo paso de baile.
– Habría que trabajar muchas menos horas al día para tener más tiempo libre y poder descubrir y cultivar esos dones que tú dices están hoy latentes, ocultos, olvidados, perdidos… ¿Pero, y si prefiero quedarme tal y como estoy ahora sin arriesgarme para nada en nada?
– Nunca sabrías apenas nada ni de música, ni de danza, ni de arquitectura, ni de pintura, ni de sociología, ni de literatura, ni de política, ni de historia, ni de botánica, ni de filosofía, ni de cetrería, ni de economía… y no podrías disfrutar ni con la música ni con la danza, ni leerías libros, ni charlarías (Charlar = hablar y escuchar) con los vecinos y vecinas, ni con los amigos, ni con las amigas, tampoco disfrutarías en otros muchísimos campos, ni conocerías a Jose, el nieto del karrogile. Serías un verdadero “ni-ni-ni-ni”. Serías un ser “ensofado”, hundido en el sofá mirando la tele como un saco de patatas con pantalones y gafas, un ejemplar subdesarrollado, un coge-pedos- contumaz-los-findes, gane o pierda tu equipo de fútbol, un “co-la-bo-ra-dor-del -sistema,” un pobre ejemplar aburrido de sí mismo, es decir: el colmo de la estupidez.

1 «ELA: La Diputación quiere convertir Bizkaia en un territorio ‘low cost’ para las empresas «
JOKIN SAGARZAZU
Las Juntas Generales han decidido rebajar el impuesto de sociedades: las empresas pagarán un 60% menos por los beneficios de 2019. El sindicato denuncia la «hipocresía» de los miembros de la Diputación

2 La palabra “karrogile” quiere decir constructor de carros, carretero, la he recogido en el libro de Arantxa Urretabizkaia: “Zuri-beltzeko argazkiak”, editado por Pamiela (2014).

Bibliografía:

  • Thomas Piketty: “Capital e ideología” Editorial Planeta 2019
  • Xabier Amuriza: “Oromenderrieta” Elkar 1984
  • Daniel Häni, Philip Kovce: Was würdest du arbeiten, wenn für dein Einkommen gesorgt wäre? Manifest zum Grundeinkommen. Ecowin Verlag, Salzburg 2017, ISBN 978-3-7110-0120-7
  • Götz Werner, Adrienne Goehler: 1000 € für jeden: Freiheit, Gleichheit, Grundeinkommen, Econ, Berlin 2010, ISBN 978-3-430-20108-7.
  • Arcarons, Jordi; Daniel Raventós y Lluís Torrens (2017): La renta básica: una propuesta racional y justa, Barcelona, Serbal.
  • Raventós, Daniel (2007): Las condiciones materiales de llibertad, Barcelona, El Viejo Topo.

Cecilio Rodrigo. 74 años y cada mañana, perplejo, aprieto el botón de inicio.